Como vimos en el post sobre la parte teórica del sonido, los elementos principales son 3: instrumento, labios y aire. Además, diferencia entre instrumentos análogos (por ejemplo dos trompetas en Do) es mínima. Esto significa que puedes tener un buen sonido incluso en instrumentos de baja o media calidad. ¡Así que no hay excusas!
Hoy hablaremos principalmente de la vibración de los labios y de cómo trabajarla, puesto que el flujo del aire daría para varios artículos. De hecho, más adelante hablaremos sobre si merece la pena hacer ejercicios de respiración, o en qué casos me parece interesante o innecesario.
Optimizando la vibración de los labios
Para que el oscilador funcione, los labios deben de abrirse y cerrarse muchísimas veces por segundo. Ya vimos que hay bastante consenso entre los investigadores en que esto es posible gracias al efecto Bernoulli, que creaba un vacío intermitente que permitía al labio vibrar tan rápido. Así que el principal objetivo de trabajar los labios es estimular esa relación entre soplar y sonido. Y para eso vienen muy bien tres ejercicios:
- Vibración libre: también conocida como vibración de labios, consiste en estimular la vibración con ambos labios. Hay mucha gente a quien le funciona pero tiene una desventaja: es relativamente fácil hacerla mal y que se convierta en un ejercicio inútil. Esto sucede porque se quita el soporte de la boquilla, que delimita la zona de oscilación, facilitando mucho la vibración. Por tanto, creo que es importante detectar a tiempo si este es el mejor ejercicio para ti en este momento.
- Vibración en aro: se trata de estimular la vibración usando un visualizador de embocadura. Con esto, ganamos en puntos de apoyo, pero perdemos en resistencia respecto a la boquilla. Esto se debe a que, al no haber espacio de resonancia, el labio tiene que hacer todo el trabajo y hay que tener cuidado en no forzar la vibración. Me parece especialmente útil para recordar al cuerpo que el labio vibra relajado, ya que al forzar deja de sonar.
- Vibración en boquilla: Este ejercicio sería el más fácil de realizar, y por eso requiere de más exigencia. Ten en cuenta que es el más similar a tocar, así que lo que suene tiene que ser parecido a lo que sonaría en el instrumento. Este ejercicio lo uso cuando estoy tocando y no suena como yo quiero pero no sé por qué es. Me ayuda a centrarme en lo que quiero que suene. Al fin y al cabo, si no tienes un mensaje en la cabeza, es imposible que la boquilla responda bien.
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Comisuras: ¿por qué lo entendemos mal?
Cuando salimos a conocer profesores, vemos muchas corrientes que defienden instrucciones muy contradictorias entre sí. Lo que dice un profesor es lo contrario de lo que dice otro, y en el fondo ambos tocan muy bien y lo dicen muy convencidos. ¿Qué está pasando, qué debo seguir? De este tema me gustaría hablar en más profundidad, aunque dímelo si te interesa y le daré prioridad.
El caso de las comisuras es un ejemplo de división de opiniones: por un lado, los que creen que las comisuras deben de ir siempre juntas; por otro, los que dicen que no importa porque lo importante es la música y por el otro los que defienden que la barbilla se tiene que estirar para tocar el instrumento. Si estás pensando en elegir un equipo, sigue leyendo.
Los factores que más influyen en la vibración del labio son el grosor, y la tensión. Aunque la vibración está íntimamente relacionada con la columna de aire, el sonido se puede alterar utilizando los músculos faciales o aplicando una fuerza externa desde la boquilla sobre el labio.
Veamos un ejemplo. Si queremos tocar una nota más aguda, necesitamos aumentar la rigidez o tensión de los labios. Estas son las opciones posibles:
- Comprimir los labios para aumentar su rigidez.
- Extender los labios para aumentar su tensión.
- Ejercer más presión con la boquilla sobre el labio.
La pregunta del millón: ¿cuál es la mejor solución?
La respuesta es: ¿acaso importa? Para cada decisión hay un precio que pagar, y es verdad que la forma más eficiente es la de comprimir los labios. Sin embargo, cuando la resistencia empieza agotarse, puede que apretarte sobre los labios te ayude a acabar la pieza con éxito.
Cuando se le da más importancia a la embocadura que al sonido, se desvía la atención de lo que de verdad importa: el mensaje musical transmitido a través de la columna de aire (song and wind). Además, cuando te concentras en la música (entendida como el mensaje), tu cerebro pone todo a funcionar de la forma más eficiente que puede. Y para demostrártelo, quiero contarte una anécdota que me pasó personalmente. Hablando con Tamás Dávida, uno de tantos profesores virtuosos que he tenido, me di cuenta de que tenía una embocadura perfecta: no movía nada, no parecía apretarse, no parecía cansarse… Así que le pregunté: «Tamás, ¿cómo para tener una embocadura tan estable? No se mueve NADA», a lo que él me respondió «Ah, ¿no se mueve? Nunca lo había pensado».
Así que, en vez de preocuparte por la embocadura, piensa sólo en qué sonido quieres que salga por esa campana. Confía en tu cerebro, es más listo de lo que te crees.
La voz: tu mejor ejemplo
Cuando trabajamos el sonido, el objetivo debería de ser buscar la máxima resonancia y copiar esa resonancia al resto de las notas de la escala. De hecho, los cantantes están muy acostumbrados a esto, y por eso este tipo de ejercicios se llaman vocalizaciones.
Y hablando de cantantes, nos cuenta Kristian Steenstrup en su libro Teaching Brass que, debido a las similitudes entre la producción de voz humana y el sonido de viento metal, muchos pedagogos enfatizan la importancia de cantar cuando estudiamos. De hecho, nuestro instrumento funciona exactamente igual que la voz, pero cambiando el lugar de vibración a las cuerdas vocales y la caja de resonancia en el pecho y cavidades faciales. Utilizando la sílaba THO, el canto se parece más a la forma más eficiente de tocar, aunque esto lo veremos más adelante cuando hablemos de respiración.
Para cantar, tendrás que escuchar primero el sonido en tu cabeza, lo que te ayudará a crear un concepto sólido de sonido. Esta claridad activará los músculos relevantes para producir un buen sonido. Una forma eficiente de desarrollar este concepto es crear una enorme biblioteca de sonidos en nuestra cabeza, a base de escuchar las máximas versiones diferentes posibles, incluyendo otros instrumentos. Acostumbrarte a copiar diferentes timbres te hará versátil a la hora de tocar.
¿Y ahora?
Con un la idea bien clara en la cabeza, la idea es empezar a tocar automáticamente con buen sonido, como cuando cantas y a preocuparse sólo de la música. Sin embargo, a veces hay algunos malos hábitos que nos impiden relacionarnos con la música. Puedes cambiarlos con patrones de viento, que veremos más adelante.
Hasta entonces, puedes empezar a buscar la resonancia y extenderla a todo el registro. ¡Ánimo, seguro que cada vez suena mejor!
4 comentarios
OBED TZUNUX · 08/01/2020 a las 22:42
Esta super bn..
Además. Mucha cosas q me están ayudado.
Carles · 09/01/2020 a las 08:58
Muchas gracias por tu feedback, comentarios como el tuyo me ayudan a seguir escribiendo.
Un saludo!
Mariano · 11/07/2020 a las 11:19
Fantàstic Carles!!!
Carles · 17/01/2021 a las 12:08
Moltes gràcies, Marià!