En la primera parte nos centramos en explicar el fraseo y cómo le da sentido a la música. También vimos que grandes músicos y pedagogos habían intentado transmitir esta idea del lenguaje detrás de la música y entre sus conclusiones encontramos sistemas para mejorar el fraseo.
Hoy vamos a conocer un poco más sobre Note Grouping, desarrollado por Marcel Tabuteau y divulgado por maestros como David McGill o Arnold Jacobs. De hecho, McGill intenta de finir la música su libro como lo hacía su profesor. Tras ir descartando una serie de características que podrían falsamente definir la música (diversión, magia, sentimientos, talento, amor propio o profesionalismo), concluye que la música es movimiento, sonido en movimiento. Entonces ¿qué mueve la música? Pues claro, ¡nuestros sentimientos!
Primeros pasos
Como ya vimos, el secreto está en las tensiones y los reposos. Para eso, lo primero que tenemos que hacer es identificarlas en el texto. Por ejemplo, cuando vemos corcheas, normalmente las leemos así:

Pongamos ahora números como indicadores de tensión (o estrés). Esto nos ayudará a visualizar los patrones o grupos.

Como ves, es muy fácil pensar que la energía va desde el pulso fuerte hacia el débil. Pero cuando cantas o tocas esto (siguiendo los números del ejemplo), ¿verdad que suena como si lo cantara un niño?
Te propongo que cambies el sentido. En vez de llevar la energía del pulso fuerte al punto débil, apunta siempre al pulso fuerte y piensa todo lo anterior como una anacrusa. Quedaría así:

¿Suena más espontáneo? Eso es frasear, en otras palabras, conducir la música, moverla. No importa cómo lo llames, lo importante es que sea dinámica.
Visto esto, es normal preguntarse si la música se dirige siempre hacia el puslo fuerte. Tengo que decirte que, aunque en la mayoría de los casos sí sucede, hay otros factores que pueden alterar el orden. Los más importantes son la armonía, la interacción entre motivos o el ritmo.
Grupos armónicos
Como ya sabes, la armonía es uno de los pilares fundamentales de la música y nuestra herramienta para descubrirla es el análisis. Durante mi vida como músico, he visto a muchísima gente infravalorar esta habilidad, y creo que es porque normalmente se presenta como un ejercicio teórico que poco o nada tiene que ver con la interpretación. Sin embargo, a través del Note Grouping podemos integrar un sistema de prioridades basado en el análisis armónico.
El truco es que el llamado ritmo armónico, es decir, la frecuencia con la que cambia la armonía, nos permite crear grupos más grandes, formados por el conjunto de los pequeños grupos que ya teníamos antes. Respecto a la jerarquía de estos macro-grupos, usaremos la misma estrategia: construir la tensión en forma de grandes anacrusas hacia los puntos de reposo.

En el ejemplo, vemos el solo de fagot del principio de la Consagración de la Primavera de Stravinski. Si te fijas, verás que hay como células de tensión y de reposo, coincidiendo el Do siempre en punto de tensión o arsis. En este caso, seguiríamos la misma idea general, yendo siempre hacia el punto de reposo o tesis y, por tanto, agrupando desde el Do hacia calderón (La). Y cada vez que aparece un Do, hay tensión y empezamos un nuevo grupo.
Grupos motívicos
Vamos a ver la otra excepción. A veces los compositores juegan con esta energía interna de la música para hacer sus obras más interesantes. En esos casos, los motivos suelen aparecer con un ritmo propio, que más tarde se irá cruzando con la armonía o el ritmo de las melodías venideras y cree cierto conflicto para ser resuelto generalmente al final de la pieza. Esto es bastante común a partir del Romanticismo, y pasa especialmente cuando el material inicial aparece en el desarrollo. Cuando eso suceda, tendrás que decidir si respetar el ritmo del motivo o mantener el del contexto. Veamos el tema de las Valquirias de Wagner como ejemplo.

Un truco para ver hacia donde se dirige el motivo es fijarse en el final. En este caso tenemos 4 células rítmicas casi iguales, y la última acaba en la segunda parte del compás, justo después del grupo de corcheas y semicorchea. Por tanto, elegimos ese punto como reposo, y lo de antes como anacrusa, quedando así:

Ahora que ya conocemos el motivo, podemos dirigirlo bien sin tener que ir siempre hacia la segunda parte del compás. Esto nos permite entender el fraseo de pasajes más complejos, como este:

Grupos rítmicos
Vistos ya los grupos armónicos y los motívicos, vamos a explorar otra herramienta que mejorará tu relación con el fraseo. Como hemos visto en el principio, la forma de entender las corcheas o semicorcheas puede cambiar radicalmente tu forma de frasear. Lo bueno, es que una vez te acostumbras, lo puedes hacer automáticamente, así que vamos a ver algunos ejemplos para que vayas pillándole el truco.
Lo primero que tenemos que tener claro es que hay una pequeña diferencia entre contar unidades (coches, manzanas, pasajeros, etc.) y contar medidas (metros, segundos, pulsos, etc.) Mientras que pensar en un número es suficiente para las unidades, para las medidas necesitamos un marco de referencia. Para que se entienda, ¿cómo sabemos la diferencia entre estas dos figuras?

La única forma que tenemos de diferenciarlas es, efectivamente, si las agrupamos. En ese caso, quedaría así:

Vemos que la máxima de ir de la tensión al reposo sigue siendo la misma, pero cada vez la vemos en formas diferentes.
Con esto claro, vamos a ver cómo gestionar esas medidas irregulares que tanto nos pueden complicar la existencia. En principio, el plan es simple: vamos a poner nombre a las notas para pasar por todas. Para eso, como hemos visto, tendremos que empezar a partir de la segunda nota del pulso y acabar en la primera del pulso siguiente. En palabras es un poco complicado, pero en este ejemplo lo verás muy claro:

Este recurso te será de gran ayuda cuando tengas que lidiar con combinaciones rítmicas más complejas. Como apunte final, recuerda que el ritmo va muy unido a la actitud, y que sobre todo cuando estudies, es importante invertir energía.
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